lunes, 28 de abril de 2014

CORAZÓN MINERO

En el Perú los mejores corazones se echan a perder
No son necesarias las estadísticas porque sin fijar números, es de todos conocido que los mejores corazones del mundo están en la minería del Perú
Y no es necesario ser un experto en medicina, anatomía o fisiología humanas para explicar el porqué de esta afirmación.
Todos sabemos que después del cerebro  que es como el sistema eléctrico del cuerpo, el corazón es el motor  que anima el funcionamiento y en consecuencia ayuda a mantener  la vida en las personas.
Y desde luego, también todos sabemos que el principio de la dinámica humana es que “el ejercicio hace al músculo”.
Y el corazón humano es un músculo. Un músculo  cuyos sístoles y diástoles, es decir cuyo ejercicio es tan fuerte,  como lo son la actividad y el esfuerzo que para ello hace su dueño.
También sabemos que a mayor altura sobre el nivel del mar,  el esfuerzo  y por tanto el ejercicio que se hace para el trabajo, el deporte o el placer, es mayor.
Y todo esto  porque por un lado así lo exige la mayor presión atmosférica y lo mismo ocurre con la falta de oxigeno ya que cuanto mayor es la altitud sobre el nivel del mar, más rala es la presencia del oxígeno elemento vital para la circulación de la sangre.
En consecuencia el corazón de los mineros y de la gente que vive en su entorno (La mayor parte de las minas en el Perú están sobre los 3,000 metros sobre el nivel mar) es más grande y más fuerte.
Por eso es fácil afirmar que en la minería del Perú, tenemos  los mejores corazones del mundo.
Pero ¿Qué pasa con estos motores cuando la chispa del cerebro deja de funcionar? Es decir ¿Qué pasa cuando la muerte le llega al paciente dueño de este portentoso motor?
Simplemente el corazón, los corazones  se echan  a perder.
Se echan  a perder ya que podrían ser aprovechados de mejor manera.
En la actualidad la medicina ha encontrado la forma de seguir sacando provecho de los corazones y de otros órganos del cuerpo humano de un  fallecido, por medio de la donación en vida de los  órganos de las persona, cuando esta persona fallezca.
Una sencilla medida que sólo requiere de la buena voluntad del donante y/o de sus familiares más cercanos,  los cuales sólo tienen que manifestar su deseo de que así ocurra cuando ocurra el deceso del generoso voluntario que pueda dar vida a otro más allá de su muerte.

Así estaríamos logrando  aportar a la vida, un órgano humano  más, algo que  en el caso del corazón,  en nuestro medio eso  vale un Perú

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