Los antiguos pobladores
del Perú, mucho antes que los incas ya trabajaban diversos metales, entre ellos
el oro y la plata de manera artesanal.
Con ello obtenían la
materia prima que les servía para confeccionar
diversos utensilios domésticos,
herramientas para distintos usos
y adornos como aquellos que acompañaban a sus difuntos en las tumbas
denominadas huacas..
Ejemplo típico de estos trabajos son el Lanzón monolítico de Chavin de
Huantar y el Tumi de oro que se usaba como
instrumento quirúrgico para la cirugía
común y para la trepanación de cráneos
Durante la Conquista cuando se despertó una verdadera
fiebre por extraer el oro y la plata que abundaban en suelo peruano, el
típico trabajador minero era el
capacho, capachón o capachero que extraía el mineral de las entrañas de
la tierra utilizando solamente el pico o la azada, la pala y la lampa cargando
el mineral a sus espaldas en unos
bolsos de cuero llamados capachos.
Miles de estos hombres
fueron muriendo en esta labor que sólo beneficiaba a los conquistadores quienes además de utilizar el mineral en
provecho propio lo hacían para tributar
ante la monarquía y/o para ganar
prebendas de la corte real.
En esta
época precisamente Cerro de
Pasco. fue denominada por su contribución a la corona real española, como “Ciudad Real de Minas”,
Algunos hechos anecdóticos
del beneficio que se lograba con la
explotación aurífera en la Colonia son narrados por don Ricardo Palma en sus
“Tradiciones Peruanas”
De entre ellas tomamos a
continuación, dos historias que
fehacientemente ilustran el nivel de riqueza que alcanzaron algunos de estos mineros
artesanales allá por los años 1,700.
La primera trata sobre
Ijurra un personaje que no sabía qué
hacer con su fortuna y la otra sobre un marqués que ganó su título a fuerza de
su oro y que no vivió para disfrutarlo.
Tumi de Oro
Lanzón de Chavin de Huantar
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